Muere en 1665 con una edad de 61 años
aproximadamente, temida y mitificada en vida,
sola en su propiedad santiaguina. Sus restos fueron
sepultados en la Iglesia de San Agustín en Santiago.
En su testamento dejo pagadas 20.000 misas por
un valor de 20.000 pesos de la época.
Sus bienes fueron rematados siendo su
benefactor la Iglesia Católica.
En su testamento, Catalina dispone que la mayoría
de su fortuna sea destinada para realizar misas,
que tendrían por motivo el rezar por su alma para
elevarla al cielo y rezar por las almas de sus
víctimas. Otra suma menor fue destinada a ayudar
a familiares y amigos y otra similar para la
mantención del Cristo de Mayo, icono católico
de adoración popular, famoso por haberse
desprendidosu corona durante el gran
terremoto de 1647.